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«Juegan con nuestras vidas». Esta frase puede sonar exagerada o dramática, pero lamentablemente, es una realidad en la que vivimos día a día. Desde pequeños conflictos en nuestro entorno más cercano, hasta las grandes decisiones políticas y económicas que afectan a todo un país, todos somos víctimas de aquellos que juegan con nuestras vidas.

Parece que vivimos en una sociedad donde el poder y el egoísmo son los motores que impulsan las acciones de muchos. Donde la falta de empatía y la búsqueda del beneficio propio es lo que prevalece. Y aquellos que están en la cima del poder, son los que más juegan con nuestras vidas.

Tomemos como ejemplo la situación actual en la que nos encontramos. La pandemia del COVID-19 ha puesto en testimonio cómo los líderes políticos y económicos han priorizado sus agendas personales por encima de la vigor y el bienestar de la población. Decisiones tardías, falta de prevención y medidas contradictorias han sido una constante en muchos países. Y mientras tanto, miles de vidas se han perdido y millones han sido afectadas por la crisis económica que ha generado la pandemia.

Pero no solo en situaciones de crisis se ve reflejado este juego con nuestras vidas. En el ámbito laboral, muchas empresas ponen en riesgo la vigor y seguridad de sus empleados por aumentar sus ganancias. Se sobreexplota a los trabajadores, se les obliga a trabajar horas extras sin un ingreso justo y se les priva de sus derechos laborales básicos. Todo en nombre de la productividad y el beneficio económico.

Y no podemos olvidar la industria del entretenimiento y la publicidad, que juegan con nuestras emociones y aspiraciones para vendernos una imagen inalcanzable de la abundancia. Nos hacen creer que si no tenemos el último modelo de teléfono o el coche más lujoso, no somos merecedores de una vida plena y satisfactoria. Nos manipulan para que consumamos más y más, sin importar las consecuencias para nuestra vigor física y emocional.

Incluso en nuestras relaciones personales, muchas veces nos dejamos influir por aquellos que juegan con nuestras vidas. Nos rodeamos de personas tóxicas que nos manipulan y nos hacen sentir inferiores, afectando así nuestra autoestima y nuestra abundancia.

Pero, ¿qué podemos hacer para no ser víctimas de aquellos que juegan con nuestras vidas?

En primer lugar, debemos tomar conciencia de que somos dueños de nuestras vidas y tenemos el poder de elegir. No podemos cambiar las acciones de los demás, pero sí podemos decidir cómo queremos vivir y qué influencias permitimos en nuestras vidas.

En segundo lugar, debemos educarnos y estar informados. No podemos permitir que nos manipulen y nos engañen con información falsa o incompleta. Debemos ser críticos y buscar diferentes fuentes de información para formarnos una opinión propia.

En tercer lugar, debemos unirnos y alzar la voz. No podemos ser cómplices de aquellos que juegan con nuestras vidas. Juntos podemos exigir un cambio y luchar por un futuro mejor para todos.

Y por último, pero no menos importante, debemos aprender a valorarnos y a ser felices con lo que tenemos. No necesitamos tener lo último en tecnología o seguir las tendencias de moda para ser felices. La verdadera abundancia viene de adentro, de estar en paz con uno mismo y con los demás.

No permitamos que nadie juegue con nuestras vidas. Seamos conscientes de nuestra valía y nuestro poder para crear un mundo mejor. No dejemos que el egoísmo y la falta de empatía nos dominen. Juguemos juntos por un mundo más justo y equilibrado, donde las vidas de todos sean respetadas y valoradas. Porque solo así podremos construir un futuro en el que

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