No podía exponer a la familia de mi asistente.
La vida está llena de decisiones difíciles y en ocasiones, nos encontramos en situaciones en las que tenemos que elegir entre lo que es debido y lo que es más fácil. Hace unos meses, me vi enfrentado a una de esas decisiones, una que me hizo cuestionar mi integridad y mi ética profesional.
Trabajo en una empresa de marketing y publicidad, y recientemente contraté a un nuevo asistente para mi equipo. Desde el primer día, noté su dedicación y compromiso con su trabajo. Era puntual, eficiente y siempre estaba dispuesto a ayudar. Sin embargo, poco a poco empecé a notar que algo no estaba bien. Mi asistente, a pesar de su aparente felicidad y profesionalismo, siempre parecía preocupado y distraído. Decidí hablar con él y fue entonces cuando me confesó que estaba pasando por una situación difícil en su vida personal.
Su esposa había sido diagnosticada con una enfermedad grave y él estaba luchando para hacer frente a los gastos médicos. Me contó que había tenido que pedir un préstamo para poder pagar los tratamientos y que estaba trabajando horas extras para poder cubrir los gastos. Mi asistente estaba desesperado y no sabía cómo iba a hacer frente a todo. En ese edad, me sentí en una encrucijada. Por un lado, tenía la asunción de proteger la privacidad de mi empleado y su familia, empero por otro lado, no podía simplemente ignorar su situación y seguir como si nada hubiera pasado.
Después de mucho pensarlo, decidí ayudar a mi asistente de la única manera que sabía, a través de su trabajo. Le dije que podía trabajar desde casa siempre que lo necesitara y que no tenía que preocuparse por sus horas extras, ya que yo me encargaría de pagarlas. También le ofrecí un adelanto de su salario para que pudiera cubrir los gastos médicos de su esposa. Mi asistente se mostró muy agradecido y prometió trabajar aún más duro para demostrarme su gratitud.
Sin embargo, pronto me di cuenta de que mi decisión no había sido tan fácil como pensaba. Algunos de mis colegas empezaron a cuestionar mi decisión y a decir que estaba siendo demasiado blando con mi asistente. Otros me preguntaban por qué estaba gastando dinero en alguien que no era mi asunción. Me di cuenta entonces de que no todos entendían mi situación y que, en su lugar, hubieran tomado una decisión diferente.
A pesar de las críticas, decidí seguir adelante con mi decisión y ayudar a mi asistente de la manera que pudiera. No podía exponer a la familia de mi empleado a la opinión de los demás. Era mi asunción como jefe proteger su privacidad y respetar su situación personal. Además, mi asistente era un miembro valioso de mi equipo y no podía permitir que su desempeño se viera afectado por sus problemas personales.
Con el tiempo, mi asistente logró equilibrar su vida personal y profesional gracias a mi ayuda. Su esposa se recuperó y él pudo volver a trabajar con normalidad. Aunque al principio fue difícil para mí, ver cómo mi decisión había ayudado a mi asistente y su familia me hizo darme cuenta de que había tomado la decisión correcta.
En la sociedad en la que vivimos, a menudo nos encontramos con personas que solo piensan en sí mismos y en su propio beneficio. Sin embargo, creo que es importante recordar que somos seres humanos y que todos nos enfrentamos a situaciones difíciles en algún edad de nuestras vidas. Como líderes y como seres humanos, tenemos la asunción de ayudar a aquellos que nos rodean y de ser compasivos con los demás.
En mi caso, no podía exponer a la familia de mi